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¿Has llorado alguna vez de miedo?



Yo sí, me ha tocado al menos 3 veces en la vida y estoy convencida de que es una sensación de adultos.

Cuando estaba pequeña papá decía que todos sentimos miedos y que lo que distingue a los valientes era afrontarlo, en este sentido todas esas personas que la historia muestra como aguerridos en algún momento del día -o de sus vidas- sintieron miedo, pero creían en algo que los llenó de fuerzas para seguir adelante.

Las enseñanzas de papá, de la escuela y las reflexiones sobre el miedo que me han rodeado se concentran en analizar la situación de vulnerabilidad del que experimenta esta sensación y en sobre todas las cosas en denunciar al agresor.

Sin embargo, en mi corta experiencia de miedosa he notado algo que nunca nadie me contó. Cuando tengo miedo soy capaz de agredir a cualquiera, mi estado de indefensión hace que eleve al máximo mis instintos y eso es lo realmente peligroso.

Cuando sentimos miedo, somos capaces de cualquier cosa, desfiguramos la realidad. Puede que incluso que la estrategia del agresor no sea aniquilarnos sino que sintamos miedo hasta que la puesta en marcha de todas nuestras estrategias de defensa termine por autodestruirnos, o peor aún que destruyamos a otros.

El miedo saca de nosotros nuestro lada más reptiliano, nos iguala a lo animal, cuando nos invade enviamos a la basura todas las máximas de la racionalidad, olvidamos nuestro carácter de "modernos".


No sé si a ustedes les sirva, pero después de meses de asedio estoy convencida de que el miedo no puede contra la poesía y que no hay mejor cura que llenar todos nuestros espacios de ella. 



Gracias por leer a Clara la del Ómnibus, recuerda que equivocarse es un derecho humano!

Que la duda sea nuestro mejor recurso estético!  


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