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Mostrando las entradas de diciembre, 2017

¿Por qué tengo que soportar esto?

Antes del solsticio, es decir antes de que empezara a anochecer temprano, un sábado a eso de las 6:30 pm llegando a casa, luego de viajar de pie al menos 2 horas gracias a las labores de asfaltado y operativos de seguridad rutinarios en la autopista, bajando del bus un tipo ha osado en seguirme gritando a viva voz : ¡hey flaca linda! ¡hey xxx (no se cuantas equis debo colocar aquí) xx!.  Sentí rabia, como de costumbre , pero me dije «¿por qué tengo que soportar esto?» recordé a mi profesora de métodos cualitativos, en ese momento yo tenía unos 19 años y cuando comenzamos a ver lo que era la accountability según Garfinkel , ella señaló que los seres humanos actuamos conforme a normas ya establecidas "digamos que por la costumbre", en fin, todas las acciones que realizamos las hacemos estando seguros (sin pensarlo) de que los otros actuarán de determinada manera. Nos guía una especie de sentimiento de reciprocidad. Según Garfinkel -y mi profesora lo secundaba- el p

Me voy del país: el trauma de mi generación

Me voy del país: el  trauma de mi generación Desde principios del mes de diciembre la gente de DesdelaPlaza.com   me está dando la oportunidad de conectar con muchas más personas con lo que escribo. Todos los domingos me pueden encontrar por allí en la columna Desde la camionetica. Me pagan por escribir y eso me hace muy feliz, escribo lo que quiero, como quiero y me pagan. Sin embargo no todo es color de rosa Facebook no me deja compartir el link en mi perfil porque alguien señaló que el contenido de esa web atenta contra los valores de la comunidad... menuda libertad de expresión. Por ello comparto el link desde acá Me voy del país: el  trauma de mi generación

Aeropuerto

Después de 2 años sin verse tropezaron en el aeropuerto, ella llevaba las mismas botas de siempre, descuidadas y muy usadas, vestía jeans y franelilla blanca. Como de costumbre viajaba de bolso mochilero, el cabello semirecogido, la cara lavada y un café expreso enorme en sus manos. Él en cambio se veía mucho más serio,  ya no llevaba gorra ni franela, lucía una sobria camisa de rayas azul claro y una maleta de cuero, sin embargo aún cargaba con esa mirada llena de tristeza. Ella no pudo disimular y seguir de largo, le sorprendió que a pesar de verse completamente diferente sus ojos color miel mantuvieran esa soledad distintiva. Ambos al chocar se miraron a los ojos, fue imposible ocultar el sobresalto, él solo pudo responder con una mueca de desprecio cargada de resentimiento. Ella, por su parte, fue incapaz de evitarlo y con una sonrisa forzada le dijo: -Cómo estas?   -Preguntó completamente tiesa y con un temor enorme a no recibir respuesta. -Bien!   -Contestó él en medio