Una vez en terapia le confesé a mi analista que para mí no
había peor cosa que una hoja en blanco, que podía leer muchísimo e incluso más
de lo que los profesores recomendaban en clases
pero me estancaba al momento de
escribir.
En esa sesión llegué a la conclusión de que no escribía
porque no quería leerme, que era una experta interpretando las teorías,
aciertos y desaciertos de otros pero incapaz de siquiera escucharme. Puede
parecer un capricho tonto, pero ya se había tornado en un problema, él me
recomendó escribir para escuchar a esa “niñita” que yo llamaba tonta. No le
hice caso sino hasta 3 años después.
Esta semana me encontré a mi profesor de literatura
del liceo en una camionetica y juntos conversamos de la nueva onda de
escritores vía wattpad, sacó su lectura de turno y leyó unos párrafos en los que
el autor declaraba que él no escribía por escribir, que se oponía a la vanidad
de una gloria barata. Afirmaba que el oficio de escritor requería seriedad.
Obviamente que semejantes palabras dichas en un tono mucho
más sublimes hicieron que “mi Clara interior” se cuestionara muchas cosas y que
incluso dudara de la legitimidad de su existencia. Gracias a la vida justo en
ese momento mi profesor continúo su lectura y sentenció “cuando escribo
regularme lo hago desde el registro filosófico o desde el registro literario, y
en muy pocas y brillantes ocasiones combino ambos”.
Esas palabras fueron un eureka para mí, no fue sino hasta
ese momento que comprendí porqué Bukowski aconsejaba a los jóvenes no escribir.
Reconocí en ese instante que “mi Clara interior” poseía dos registros muy
claros. El primero de ellos era la de militante ñangara con las destrezas
propias de una estudiante de sociología y el segundo era el literario que poco
a poco voy construyendo.
Sin embargo aún me quedan por fuera de clasificación un
grupo pequeño de artículos que cuyo proceso de elaboración ha sido gratificante
para mí.
Este blog atiende muchas demandas pero es antes que nada es
un proyecto que sembré en un taller de feminismo en un momento que la
incapacidad masculina se proponía silenciarme, en medio de una coyuntura
nacional que me empujaba a la desesperanza.
Fue la mejor estrategia que encontré para hacerme escuchar,
pero en el momento que construía el concepto me di cuenta que estaba saldando
una deuda histórica conmigo misma, que apenas estaba en mayo y ya había
cumplido toda mi lista de intenciones para 2017, que 3 años después había
logrado zafarme de muchos fantasmas y que antes de que otros me leyeran y/o
escucharan había logrado lo más importante: yo consideraba que lo escribía,
sentía y pensaba eran cosas válidas.
Soy nueva en esto, no logro colocar nombre a este registro,
pero es el que más me inspira, son la 1 de la mañana, tengo 3 artículos en
agenda varados desde hace una semana. Estoy triste, no quiero seguir con nada
pero estas líneas me inspiran,
reivindico la ternura, reivindico los sentimientos de aquella niña que una vez
creí tonta.
Hoy un compañero en la oficina dijo que él leía muchas cosas pero
nunca poesía, no sé si lo dijo en serio,
pero paradójicamente esa frase me inspiró y me llevó a aquella idea de que no
quiero ser poeta sino POEMA y a escribir semejante perolata.
Que la duda sea nuestro mejor recurso estético!
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