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Reivindico la ternura.



Hace exactamente 2 años con 4 meses, mientras lloraba producto de un despecho político un amigo me decía "hay que endurecerse sin perder la ternura" en ese momento sentía rabia, impotencia y además culpa por ser honesta y transparente. En el momento esa frase del Che me pareció todo un reto pero al mismo tiempo me sonó a poesía para el alma, fue como que si una voz suave me arrullara.


La palabra endurecerse retumbó en mi cabeza y aunque muchas veces había oído esa frase nunca logró quedarse en mi mente tanto rato como esa noche, asociaba endurecerse a ser implacable e inamovible como una roca y la ternura a la inocencia, a la vida recién nacida en cualquiera de sus formas.


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En aquella frase hallaba el dilema de mi vida y creo que la de muchas otras mujeres sobretodo aquellas que sienten pasión por lo público, pues esa condición te coloca en un espacio atribuido culturalmente a los hombres y por lo tanto la misma cultura te obliga tomar habitus y ritus masculinos para "tener éxito."

Me he dado cuenta que soy pura ternura y corazón y que ambos hacen una combinación atómica. Me aman o me odian por eso, no puedo generar en la gente sensaciones medias, soy todo o nada, y me gusta que sea así. Dicen que la visceralidad no es buena en política  y creo que tienen razón pero mientras tanto yo me busco mi propia combinación, o la que me permite el Caribe.

Hace 2 años llevo esa frase tatuada en el corazón y creo que endurecerse es la combinación de experiencia, perseverancia, fidelidad mezclado con sobriedad, endurecerse no es dejar de llorar, tampoco es volverse insensible o dejar de amar, endurecerse es aprender que estamos en un mundo efímero y que los seres humanos no podemos entrar en esas definiciones de buenos o malos. 

Después de todo este tiempo me doy cuenta que he logrado endurecerme pero que sigo revisando a Girondo con la misma ilusión, que sigo siendo esa mezcla extraña de calor "maternal" con unas ganas locas de poner a arder todo como brasa, que mantengo la locura e irreverencia y que sobretodo no me arrepiento de ser tierna y transparente. Hoy soy consciente de que sólo logro sentirme cómoda en equipo, que me gustan más las fotos grupales que individuales, porque necesito retratar las sonrisas como si se tratara de guardar en un cofre a todas mis almas gemelas.

Hoy reivindico a la ternura como estrategia de lucha, como la más delicada, difícil y costosa de todas, pero al mismo tiempo la más efectiva. Sin embargo para conservarla hay que endurecerse. 


Gracias por leer a Clara la del Ómnibus, recuerda que equivocarse es un derecho humano!

Que la duda sea nuestro mejor recurso estético!  

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